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Palabra del Día 17 febrero, 2011 – Minutos de Amor

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo…..Amen

Dios bendijo a Noé y a sus hijos, diciéndoles: «Creced, multiplicaos y llenad la tierra. Todos los animales de la tierra os temerán y respetarán; aves del cielo, reptiles del suelo, peces del mar, están en vuestro poder. Todo lo que vive y se mueve os servirá de alimento; os lo entrego, lo mismo que los vegetales. Pero no comáis carne con sangre, que es su vida. Pediré cuentas de vuestra sangre y vida, y se las pediré a cualquier animal; y al hombre le pediré cuentas de la vida de su hermano. Si uno derrama la sangre de un hombre, otro derramará la suya, porque Dios hizo al hombre a su imagen. Vosotros creced y multiplicaos, moveos por la tierra y dominadla.» Dios dijo a Noé y a sus hijos: «Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañaron: aves, ganado y fieras; con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Hago un pacto con vosotros: el diluvio no volverá a destruir la vida, ni habrá otro diluvio que devaste la tierra.» Y Dios añadió: «Ésta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las edades: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra.» «Palabra de Dios. Te alabamos Señor»

Los gentiles temerán tu nombre, los reyes del mundo, tu gloria. Cuando el Señor reconstruya Sión, y aparezca en su gloria, y se vuelva a las súplicas de los indefensos, y no desprecie sus peticiones. R/. El Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra.

Quede esto escrito para la generación futura, y el pueblo que será creado alabará al Señor. Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte. R/. El Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra.

Los hijos de tus siervos vivirán seguros, su linaje durará en tu presencia, para anunciar en Sión el nombre del Señor, y su alabanza en Jerusalén, cuando se reúnan unánimes los pueblos y los reyes para dar culto al Señor. R/. El Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna.

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.» Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mí vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!» «Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús»

Todo mandato del Señor, está acompañado de su bendición, la cual no exime los problemas o las adversidades de la vida, sino que da fuerza para asumirlas y salir de ellas. Vemos en la palabra, un pacto de amor, el cual no se rompe si creemos plenamente en Él.

En el Evangelio de hoy, Jesús pregunta a sus discípulos “¿Quién dice la gente que soy yo?” (Lc 9, 18). Esta es la pregunta que después de más de dos mil años. Jesús nos sigue haciendo. Para muchos, es el Salvador, el que murió, el que nos perdonó, el que hizo cosas interesantes por los pobres, entre otras. Hay una pregunta aún más profunda que el Señor nos hace a nosotros: “¿Quién dices que soy?” Quizá nos quedemos sin respuesta, ya que tenemos ideas preconcebidas, pero no tenemos experiencia del gran amor que nos tiene Dios. Algunos podemos decir “Señor, tú lo eres todo”. Y aun cuando llegan las dificultades, pongo mi confianza en lo humano. Otros dirán “Señor, Tú eres el que me perdono”. Aun así, ¿Por qué nos cuesta tanto perdonar y amar a los demás?, ¿por qué nos cuesta tanto reconocer que todos tenemos derecho a sentirnos reconciliados con aquel que nos ha faltado? Muchos estamos como Pedro, diciendo “Señor, Tú eres el Mesías” (Mc 8, 29). Y creyendo que Él es un genio de la lámpara mágica que me dará todo lo que yo quiera. El mensaje del Señor frente a esa mentalidad es muy claro “¡quítate de mí vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!” (Mc 8, 33).

Pidámosle al Señor que nuestros intereses, afanes y deseos no nos aparten de su proyecto, ya que Él no vino para que no sufriéramos, sino para fortalecernos en nuestros momentos de dolor.

Dios, padre de misericordia, te doy las gracias porque, siendo omnipotente, te has querido fijar en los gemidos y súplicas de esta sociedad. Eres infinitamente bueno, ya que pones tu mirada en cada persona y cosa que has creado. Hoy fijas tu mirada no para señalar, sino para recordarnos que podemos seguir contando contigo todos los días de nuestra vida. Sabemos, que no te fijas en nuestras culpas, sino en el corazón con el que te buscamos. Te agradezco por ello.

Señor…., soy instrumento de tu palabra, dispón de mi según tu voluntad; aliméntame de tu cuerpo y de tu sangre, dame la Paz y aumenta mi Fe.

Proclama mi alma la grandeza del señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitaran todas las generaciones, porque, el poderoso ha hecho obras grandes por mí: Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes, y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel su siervo acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Amen

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo…..Amen